lunes, 12 de diciembre de 2011

¡¡TESTIMONIOS DE LOS MARCHANTES!!


Estos son los resúmenes de las experiencias de algunos de los marchantes, hechos durante, cómo no...¡¡¡ las caminatas diarias!!!



Lo que más me sorprende es que, por muy desorganizada que sea la marcha, funciona igual. Cada día llegamos a tal o cual sitio, tenemos qué comer y dónde dormir, hay música, hay gente que habla, que discute sobre cosas importantes. El hecho de que eso pueda hacerse sin que haya alguien que decida es sorprendente. A pesar de nuestros problemas prácticos, ya sean internos, sociales… la marcha sigue. Estoy aprendiendo cada día un montón de cosas sobre cómo funciona la sociedad humana global. Aquí, a escala pequeña, puedes entender todas esas dinámicas.

Me gustaría que esta acción sirviera para conseguir una sociedad más autosuficiente, con su agua, su energía, sus alimentos… porque estoy convencido de que, sin esa autosuficiencia, no es posible una democracia. Si tú dependes de grandes empresas, no puedes decidir por ti mismo. Es necesaria una nueva estructura jurídica, económica y social que esté basada en las personas.



Cuando vi lo que sucedió en Sol, pensé que me gustaría encontrarme con ellos. Un día me fui de casa con la mochila, y desde entonces he pasado mucho tiempo solo, en los bosques, andando y reflexionando. Al enterarme que la marcha pasaba por Bayona, cogí el tren hacia allí. Llovía mucho, y había muchas tensiones, pero me gustaba tanto la idea de andar en grupo, con gente que quiere cambiar el mundo, exactamente como yo, que empecé a andar. Y desde ese momento, no puedo salir.

La idea misma de ir andar es casi un milagro. La marcha es un esfuerzo anormal, casi deportivo. Además, hay tanto tiempo para hablar juntos y confrontar nuestras ideas con las de otros... Aquí hay de todo, también personalidades muy fuertes, pero hay que vivir con ellas, y entendernos.



Vivir en la calle para mí es casi natural, por no decir natural. Son 4.000 kms o 6.000 kms que llevo en las piernas. Yo, en España, me dedicaba a hablarle a la gente, y hablarle, y con ello conseguía comida y ropa, no necesitaba ir a mendigar a la calle, ni poner la gorra. Este movimiento debía ser multitudinario y unido, porque no hay que rechazar a nadie. Los que más tienen que hablar son los "sin papeles", y no nosotros, quejándonos de que si hay un yonki o dos en la marcha. Mira, sobre el alcoholismo, la droga, la prostitución.... recuerda, en Madrid, que las putas de Lavapies estaban allí. Protestando, en primera fila. Yo creo que estaban muy bien allí. Y se enfrentaban a muchos de los que estaban en el 15M. Les decían: "tú, ayer te acostaste conmigo por 30 euros, así que no vengas aquí a protestar".

Lo mejor de todo fue el día que le robaron la bici a Maite, y el grupo le pagó otra bici. Eso fue encantador.

Yo antes me revolvía solo. No entendía lo de la complicidad. Y tuve más de cinco veces la pistola en la cabeza por revolverme. Ahora puedo hacer mucho más porque la idea colectiva, para bien o para mal, funciona. Como la demostración de fuerza que hicimos en París (cuando resistíamos sentados pacíficamente en la calle, tras ser gaseados). Hubo policías que ya no podían más. Les tuvieron que cambiar. Porque estaban llorando, tío, llorando. Entonces los más duros les daban palmadas y les decían: "anda, quítate, muchacho". Por agotamiento físico. Uno de ellos, que era el que metía la rodilla en el pecho de los demás, y metía patadas, ese, lo he visto yo como enjuagaba la boca, como escupía, como se echaba el agua en la cabeza, de reventado.



Cuando ibais a pasar por Tolosa, formamos en seguida un grupo de diez personas súperilusionadas para dar la bienvenida, y se volcó todo el mundo. Después de la asamblea, mucha gente me dijo que era la primera vez que asistía a una asamblea del 15M, que se había emocionado un montón; son esos inicios de subidón, en los que descubres algo con lo que te identificas, y de manera espontánea, surgió el iniciar una asamblea allí, donde no la había. A veces, igual pasáis por pueblos, en los que es difícil sentir lo que has dejado allí, pero quedar, queda.

A la marcha, vine con mi marido e hijos para que, por lo menos, lo vivan un par de días, porque ellos lo apoyan, pero un poco desde fuera, y muchas veces acabo dando más tiempo a esto del que debiera, teniendo los hijos que tengo. Y era una forma de que entendieran, acompañándome, el porqué es tan importante para mí, porque yo estoy segura de que lo van a ver.



A veces, la gente usa este movimiento en general y la marcha en particular, para intentar recibir aplausos, para satisfacer su ego; otros muchos lo usan para comer porque no tienen, o para hacer turismo porque no tienen otra cosa qué hacer, pero también hay muchas personas que sí están realmente implicadas, que sí se preocupan de lo que dicen los demás, que intentan que funcionen las cosas. Lo mejor es eso, y el entusiasmo con el que nos recibe la gente de muchos pueblos, que nos dan todo su apoyo. Y momentos como nuestro paso por Cogollos, cuando unas niñas de once años crearon ellas mismas la asamblea de su pueblo.

Lo que ha sucedido tras el 15 de mayo, me da un poco más de fe en la humanidad, no me esperaba eso del género humano. Al menos, parece que hay posibilidades de querer cambiar, en vez de seguir con lo mismo. La gente tiene que intentar aprender a vivir con lo que realmente necesita, no con lo que vende la televisión. El hecho de que a veces parezca un poco pesimista, es porque sé que se pueden hacer las cosas mucho mejor, pero también hay que ser un poco blandos con las personas que están empezando todavía en esto de la justicia y de dejar los egos en pos de un bien común.



La marcha es una reproducción en miniatura de la propia sociedad, y los problemas aquí son, prácticamente, los mismos: hay gente con problemas de alcohol, gente que ha pasado por problemas de drogas, gente impaciente, gente agresiva, gente muy buena, gente muy preparada… un poco de todo. Si no estuvieran, o no los admitiéramos estaríamos perdiendo esas realidades. A veces la convivencia se vuelve difícil, pero solucionar esos problemas, ya es un aprendizaje, y aquí estamos todos para aprender muchas cosas, entre otras, aceptar al diferente, y a que cada uno pueda desarrollar su propia personalidad; y a lo mejor la gente, que a lo mejor da más problemas, sale de esta experiencia con algo positivo para sí mismo o para los demás. La sociedad tiene que ser un poco más inclusiva.

A la marcha me uní en mi mes de vacaciones. Trabajo de fresador en una fábrica, a la vez que me formo como profesor. Creo que los cambios que puedan producir este movimiento, no van a ser de aquí a mañana, porque desde que nace una manera de pensar hasta que hay cambios en el Sistema suelen pasar años y años.


RICARDO – Alcalá de Henares

Aquí hay tres tipos de personas: los que tienen algún tipo de interés para salir en la foto, o para luego conseguir trabajo; los que están aquí porque no tienen otra cosa qué hacer, es decir, no tienen otro medio de vida ahora mismo, esto les pareció bien y han tirado para acá; y los que están aquí por principios, incluso los que han dejado su propio trabajo para venir.

El gran problema de la marcha es que, al ser un movimiento inclusivo, intenta arreglar problemas sociales durante la marcha. Entre que andamos, comisiones y las asambleas populares, no tenemos ni tiempo para arreglar nuestros propios problemas, como para dedicar tiempo a gente que nos necesita, vamos. Personas con problemas de alcohol, ladrones, etc. Si realmente les llevamos para ayudarles, yo creo que les estamos haciendo más mal llevándoles por toda Europa, que dejándoles en una clínica o tratándoles en una asamblea de barrio, que sería más sencillo.

Yo no quiero cambios tan grandes como quiere la gente aquí, porque tampoco veo tan claro que sean posibles, no veo una forma práctica de vivir sin dinero: no podemos ir a comprar la leche con un cerdo bajo el brazo. Lo que veo necesario son unas grandes normas que regulen la economía, unas normas que regulen la política, pero yo no quiero un cambio radical de sistema.



Para mí, la marcha es un símbolo: el pueblo español ha cruzado Francia, ha cruzado Europa, no sólo para ir a Bruselas, sino para ir encontrándose gente y para que esta revolución no sea sólo de España, sino de toda Europa. Y el símbolo de camino es muy muy importante, porque lo que importan son los pasos, el caminar hacia un mundo mejor.

Hay algunos problemas culturales. Aquí, la gente que quiere hablar en las asambleas son de asociaciones o del mundo político, y no del pueblo. Porque en Francia estamos acostumbrados a trabajar en asociaciones o en partido políticos, no se habla directamente al pueblo. Y por eso, creo que a veces no entienden lo que queremos hacer.

La gente tiene respeto a lo que hacemos. La marcha es muy dura, y la gente piensa: vale, si ellos van hacia Bruselas andando, ¿por qué yo no puedo hacer cosas más pequeñas, pero también importantes?



En la marcha, he visto problemas con la propiedad privada, el egoísmo y la falta de compromiso. Aunque queramos luchar contra el Sistema, lo llevamos muy dentro, y hace falta un autoanálisis: para aprender, tenemos que olvidar muchas cosas. Me gustaría mucho que se empezase a romper el miedo de verdad. No sólo el miedo físico, sino ese miedo psicológico, ese miedo social, ese miedo emocional. Que rompamos todas nuestras barreras mentales, y que empecemos a trabajar acorde a lo que pensamos.

Somos un grupo muy variopinto, pero podemos congeniar; con nuestros más y nuestros menos, podemos formar parte de una misma sociedad. Por ejemplo, he notado diferencias a nivel económico, pero a nivel personal, me parece que estamos todos bajo el mismo sistema opresor y entre los muros de la misma cárcel.

Desde el instituto empezó mi lucha social, pero después perdí un poco la esperanza, digamos que había olvidado muchas cosas que había aprendido en esa época, e incluso piensas que son gilipolleces de joven... y a partir del 15 de mayo, aunque me he llevado también muchas desilusiones, me han dado ganas de trabajar otra vez, he vuelto a confiar en nuestra lucha, en mi lucha, en la lucha del del ser humano, he vuelto a aprender que el cambio es posible, y que el capitalismo parece muy fuerte, pero pende de unos hilos que, aunque están escondidos, son muy débiles.


NOLO - Santiago de Compostela

Espero encontrar a gente de muchísimos países manifestándose pacíficamente en contra de un sistema que no funciona. Y espero poder iniciar de verdad un cambio, que sea un punto de partida. Que lo local pase a ser global. Que si la problemática es global, las soluciones tienen que ser globales y tenemos que mover todos los países y todas las personas para poder conseguirlo. Me uní a la marcha con el objetivo de internacionalizar la idea del cambio y hacer a todo el mundo conocedor de la manipulación a la que estamos sometidos. Tanto por parte de los medios como políticos, como banqueros, etc. Esto no es mundo real. No tiene sustento, simplemente es un mundo irreal que no lleva a nada, más allá de posesiones o cosas intrascendentes.

Las microsociedades que se crearon en las acampadas, y el camino que estamos andando ahora mismo, crearán base de apoyo para el futuro. O sea, no que yo vaya a tener el apoyo de todos los miembros de la marcha ni que tú vayas a tener todo el apoyo, sino entre personas con cosas comunes. Y en una situación de necesidad serán vínculos de apoyo. Todos seremos apoyo para los demás. Y esa es la forma de crear una sociedad nueva: teniendo diferentes grupos de personas que puedan aportar diferentes tipos de conocimientos y que pueden apoyarse mutuamente. Sería un poco volver a la relación directa con las personas. A la relación cercana. Llegamos a un grado de conocimiento de los otros que nos permita saber a quién tenemos delante y en el futuro nos da mucha más seguridad poder saber a quién pedir o a quién dejar de pedir para unos u otros motivos.


HANS – Potsdam (Alemania)

Un problema grande que veo en las asambleas es que la gente sí que reconoce los problemas que hay en la sociedad, los quieren solucionar, y de hecho ya tienen alguna idea de cómo solucionar estos problemas, pero no reflexionan sobre en qué medida ellos mismos reproducen estos problemas, sobre en qué medida ellos mismos son parte del problema. Y no llevan a cabo ninguna autocrítica y siempre vuelven a caer en su ego de mierda. Creo que si se uniese gente con diferentes capacidades, la reflexión en el grupo iría avanzando y desarrollándose notablemente más rápido.

Lo que he aprendido es que puedo andar muchos más kilómetros (risas) lo cual me parece realmente bien (risas). Y el hecho de apañarse con pocos recursos. Esto ya lo conocía de Alemania pero no en la medida en la que lo estamos haciendo aquí. Simplemente, preguntar, al caminar, en cada jardín por el que se pasa, si tienen unas especias o algún vegetal. O que el grupo por el camino recolecte fruta. Me ha enseñado a no tener por necesarios recursos que antes, para mí, lo eran totalmente; como ahora no tener ni electricidad ni agua corriente.



La primera vez que me contaron, en un bar, que estaban reuniéndose en las plazas después del 15M, lo primero que pensé fue que serian unos energúmenos, violentos, etc. Pero a los dos días de haberlos criticado, me dije: te has equivocado, Mario. Me informé y empecé a ir a Sol, y luego a las asambleas de pueblo, que ha sido lo mejor que ha hecho el movimiento: extenderse a la localidad pequeña, o sea, al barrio, al bar de tu casa, con tus vecinos, a resolver lo global desde lo local.

Este movimiento me ha dado la oportunidad de comenzar ese camino de búsqueda interior que en la sociedad no encuentras el espacio para desarrollarlo. Yo creo que un cambio de conciencia es lo que revoluciona. Si nos cambiamos a nosotros mismos, cambiamos el mundo. Y ese es un cambio perdurable, porque sale del interior de cada persona.

Yo soy positivo, e intento, últimamente cada vez más, aceptar la realidad como viene. Sé que, como dice Verónica, esto es un caos fluido. Lo que más me gusta es aprender cosas de los caminantes y de la gente de los pueblos, es un enriquecimiento increíble. Y claro, funciona muy mal. Yo soy un tío organizado, y lo hubiera organizado todo mejor. Y la primera semana, pues estresao por organizar miles de cosas que hubieran hecho la travesía mucho más amorosa... o sea, fácil, gratificante; pero bueno, no fue así porque fue muy improvisada, con gente de su padre y de su madre, de cada asamblea diferente, y ya está. Entonces, bueno, yo lo veo por el lado positivo de que al ser más dura, pues habré aprendido más.


PEDRO - Asturias

En todas las asambleas, yo obligaría a hacer una semana de marcha a todo el mundo. Es la mejor experiencia.

Principalmente, yo he venido para hacer vínculos con otras personas. Muchos de los proyectos que se hicieron, surgieron en la marcha. Por el hecho de estar todos juntos caminando tantas horas, salen muchas ideas.

Hay gente que se implica muchísimo, pero muchísimo, muchísimo, muchísimo, que luego lo pasan mal cuando las cosas nos salen. Hay gente que se implica, pero un poco menos, entonces no lo pasan tan mal. Y luego hay mucha gente que va porque no tienen otra cosa que hacer y lo aprovechan para vivir gratis. Eso son, más o menos, los tipos de gente que hay en la marcha.


CANSINO - Barcelona

Por aquí hay mucho hipócrita, hay gente que sí, sí, anticapitalista, y va con dinero. Y yo salí de Madrid sin un puto duro. Y aquí estoy.

La mejor marcha fue la de Toulousse porque no se pedía dinero y había comida para todo el mundo. Si había un cacho de pan, ni uno comía más, ni otro comía menos. Todo el mundo lo mismo.

Yo me esperaba más unión. Hay grupitos: uno de “ruta”, otro de “me la suda”. Solamente somos un grupo unido en ciertas circunstancias. Cuando la policía nos da de hostias. Entonces sí que somos un grupo.



La marcha ha sido muy interesante. Muy larga, divertida y dura.

He aprendido que puedes conocer a gente, con la que en tu vida normal no te relacionarías, y con la que puedes llegar a comunicarte. Que si queremos y dialogamos, con esfuerzo, se pueden conseguir muchas cosas.

El principal cambio que creo que se puede lograr es que sepan que la gente está dispuesta a reaccionar y que no va a a admitir cualquier cosa, ni a pasar por el aro con todo. Creo que ya se demostró con el 15 de mayo. Lo que pasa es que hay que seguir demostrando que no fue solo un día.

Aunque lo pases mal, y pienses a veces en irte, sabes que siempre hay algo en el día que te compensa. Además, estar en Francia no es como estar en Valladolid: no es tan fácil volverse a casa. Entonces estás como medio obligado, pero al final siempre te alegras de haberte quedado. De hecho, mucha gente que se fue ¡luego volvió!



Cuando pasamos la frontera de España a Francia, había mucha gente de Francia para recibirnos y era como una fiesta. Sientes que de verdad no hay fronteras. Esta marcha es internacional y trae personas de diferentes países juntos. Nos sentimos como hermanos.

Todas son personas que no quieren seguir las normas de la sociedad, pero todas son diferentes, cada una tiene su actitud, su personalidad: pensando si en seguir este camino o no; no en seguirlo como ovejas.

He cambiado totalmente. He aprendido a no tener programado todo, sino a esperar el momento y luego decidir. Ahora no puedo imaginarme la vida de antes. Por ejemplo, veo que hay muchas cosas materiales que no necesitamos, solo hacen la vida más complicada, no la facilitan. Y nos dan ansiedad. Mucha gente toda la vida trabajan en algo que no les gusta para poder tener más cosas y luego guardarlas. Y el sentido de la vida no está ahí. En la marcha, he visto la solidaridad que no hay en la sociedad de hoy. He visto lo qué es vivir intentado hacer algo común, no solo para ti mismo. Creo que nadie va a regresar a su vida de antes. A cada persona que pregunto, tiene algo en la cabeza, hacer algo más. No es el final Bruselas…





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